EL PODER DE LAS PALABRAS

Porque todo lo que se piensa puede decirse,todo lo que se siente debe decirse y todo lo que se dice debe ser escuchado y leído...

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domingo, 20 de enero de 2013

Amaneció el día ceniciento,y por el frío que hacía supo que no levantaría...que el año se despediría encapotado igual que su mente en esos momentos...pero aún así sentía en su interior una sensación de alivio que no lograba entender...disipada la tristeza,se vistió para la ocasión,de cocinera prodigiosa...se puso el delantal,cerro la puerta de su cocina,y allí en su mundo su imaginación empezó atrabajar...la música sonaba de fondo y sus pucheros llenos ya de sus pociones mágicas...como una bruja en esas noches en que hay que mezclar todo para que los comensales disfruten de una buena mesa,sencilla pero contundente.Mientras ella elaboraba sus recetas el tiempo
pasaba a su lado sin más pretensión que la de terminar a la hora precisa...faltaba el rabo de lagarto,el pelo de chivo,la pata de rata y la lágrima de una virgen...pero no era un problema...las patatas,la lechuga y un poquito de queso y jamón eran suficientes para vestir una mesa en lo que lo importante eran los comensales...¡queda poco tiempo!...(Retales)

Ella no sabía cómo había llegado hasta allí,en qué momento confundió su vereda y se encontró en aquel barracón de oscuros ventanales pintados de negro...lúgubre,abarrotado de camastros y gente perdida en una vida tal vez igual que la suya...Sentada en aquella cama mínima,con aquella manta,poseída de muchas historias,intentó conciliar el sueño...El frío era un martilleante dolor que no conseguía apartar de su cuerpo.Tiritaba,y en su lucha por dormir las lágrimas empezaron a brotar sin remedio...sola,ta sola que sólo de pensarlo su estómago se encogía hasta el punto de desaparecer...El llanto pasó de un simple sollozo a una incontinencia lacrimal que hacía eco en aquel enorme lugar.De pronto,unos pasos acallaron su llanto...un hombre enorme se acercó hasta su cama y con voz ronca pero susurrante le invitó a dejar la llantina o tendría que salir del barracón...Se secó las lágrimas e intentó cerras los ojos y pensar en su pasado,de poco le sirvió,no era dueña de su cuerpo...el vaho salía de su boca y sentía cómo el frío entraba en sus huesos...se dio la vuelta y observó detenidamente a la persona que dormía plácidamente en el camastro de al lado.Podía ver su gorro de lana tapando casi toda su cabeza y sentir su respirar tranquilo.Como pudo y sin que nadie se diera cuenta se levantó y se acercó silenciosamente...le susurró al oído,al no obtener respuesta,le tocó el hombro y él despertó y la miró...-¿Puedo acostarme a tu lado?,le preguntó,tengo mucho frío...Un no rotundo fue su respuesta,y se volvió a su posición fetal...ignorándola por completo...Volvió a su diminuta cama e intentó cerrar los ojos y pensar en el sol del verano...otra lágrima más...cuando de pronto volvió a escuchar que alguien se acercaba...cerró fuerte los ojos y se quedó inmóvil...De pronto notó que esa persona echaba sobre ella una manta y después se metía en la cama acercándose a ella..la abrazó...y le susurró al oído,-No te preocupes,yo te daré calor...sintió el aliento caliente en su cuello,y ella se dejó llevar por ese calor...La abrazó,y en ese abrazo se sintió en un refugio que aceptó y que se convirtió en un camino de losas amarillas en busca de su particular mundo de Oz...(Retales)
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Aunque no me gustan las despedidas porque me parece un tiempo echado a perder...el que ha pasado,digo...porque no sabes si volverás o no...las despedidas en estaciones de trenes tienen un halo de romanticismo,son las únicas que me gustan...esperar en el andén a que llegue el tren...compartir una vana conversación con la persona que se va...evitar que las lágrima estropeen un momento tan dulce...fumarte un cigarrillo,mover las maletas de un lado para otro buscando el lugar adecuado que concuerde con la puerta del tren...intentar disimular el dolor de la partida...y volver a mirar el reloj,tantas veces como latidos de un corazón acelerado...Me gustan las despedidas en los andenes,porque son dulces y tristes,y esa tristeza es romántica...pero nunca sé cómo decirle a esa persona...¡No te vayas!.(Retales)



Si me dejara yo vencer por los hastíos
de este tiempo gris y ceniciento,
y como en un descampado silencioso
ver los miedos a lo lejos...
Si me dejara yo vencer por la bravura
de los vientos que golpean en mi frente,
como esas palabras que asemejan golondrinas,
que hacen su nido en mi memoria y vuelven...
Si me dejara yo vencer por estas penas
que a menudo corretean en mi vientre
te lo juro,por la vida que me queda
que sería sin dudar,la misma muerte...