Ausencia
Cuando
despierto y no veo lo que tuve, guardo silencio.
Cuando
a mi piel le falta un roce tuyo,
cuando
agoniza la oscuridad entre mis piernas
y
de todo escapo para encontrar la nada,
soy
capaz de retener mi llanto.
Cuando
me pierdo en universos sordos,
por
desoír el latido acompasado de nuestros corazones,
en
esas noches cerradas sin un canto,
cuando
aparezco entonces contigo, entre aquel barro,
donde
los cálidos troncos de nuestros cuerpos
se
acurrucaban buscando la savia…,allí,
en
ese recóndito lugar, cual amapolas solas y felices
se
mecen sin aspirar a nada,
sólo
a estar allí presentes y así nuestros cuerpos se abandonaban.
Es
un sueño lo que se dibuja en mis adentros,
en
esta cabeza de reprimir presentes,
de
soñadora ausencia, de soledades presa,
así,
en una angustia hilvanada a mi memoria
que
sólo el deseo de olvidar quisiera…
Cuando
aprendo a desenredar de mí los miedos,
aparece
sin darme tregua el final escrito,
una
larga lista de sentidos moribundos,
un
lúgubre pensamiento descubierto en tiempos muertos.
Y
cuando al terminar el día
vuelve
la oscuridad a derrumbar mis ansias,
me
ocurre, que mi paso en el camino se demora
por
mirar hacia atrás para recobrar aliento,
y
entonces me vuelvo estatua de sal y me devora…
Adormecida
entonces en brazos de la noche
vuelve
mi cuerpo a perecer desnudo,
y
hay un silencio que se columpia
entre
mis manos quietas y mis cerrados ojos.
Se
descompone así mi alma en perlas blancas
y
se desliza suavemente por las sábanas
abandonando
el lecho para esparcir su duelo
y
conversar, con la extraña visión de aquel espectro
que
me visita a veces…