La vida es puro teatro
Quería ser personajes en mundos que nada tuvieran que ver con el mío, a
los que no tuviera que pedirle permiso para hacer y deshacer sus gestos y
ademanes. Quería imaginarme hombre o mujer, cambiar mi acento y mi tono de voz,
mirar de otras formas y caminar con otros pasos, usar una lengua muerta o ser
un extranjero sin retorno. Quería inventarme por dentro y fuera de mí, incluir
si fuera necesaria una connotación personal para componer lo que sin duda
podría ser un boceto animado y pasajero, algo así como una sombra chinesca…Ser
sin ser, vestir de imaginación la vida, soñar y despertar de lo soñado volviendo
a mi piel después del trance tal y como soy, lo que realmente soy…Sentír desde
mis pies hasta mi cabello ese escalofrío que te atraviesa como un rayo cuando
te subes a un escenario y actúas…y no es fácil subirse a un escenario, no es
fácil aislar tu persona del personaje y retener en ti lo que no eres, no es
sencillo recapitular en tu memoria textos que sólo te van a pertenecer ese
instante, no es fácil no, pero es hermoso, mágico, nutriente, rico… Y te atrapa
la escena, te descompone en miles de piedrecitas valiosas, desde donde haces y
rehaces bajo sensaciones y sentimientos esa imagen que ahora eres, moldeando un
exterior y un interior ajenos a ti. Con el texto por delante y las directrices
del director todo empieza de cero y es una carrera contra reloj con una meta
señalada y a la que hay que llegar con la conciencia tranquila y animosa,
disfrutando el trayecto y alimentándonos de todo lo que ese camino nos muestra.
No soy actriz, sólo aprendiz, y en este aprendizaje en el que me he embarcado
me debo sujetar para no perder el paso en el vértigo que me produce…tres, dos,
uno…empezamos…